*Es legítimo solidarizarse con las víctimas de la crisis,
propagar las reivindicaciones del cine o incluso hacer chistes y chanzas contra
“el sistema”, pero es de mala educación utilizar al público de conejo de indias
para que algunas eminencias, que lo deben ser por los premios que reciben,
hagan alarde de sus dotes declamatorias, agitadoras y mitineras.
*Lo peor de este sistema es que
los poco enterados no podemos saber si se premian los méritos artísticos o se
premia por pensar correctamente y además
ser capaz de propalar lo que se piensa con toda desenvoltura.
*Dada la vocación política de la
institución del cine español lo procedente es que como en todas las
instituciones que se precian, altos tribunales, consejo del poder judicial,
televisión pública, comisión nacional del mercado de valores,…etc., los premios
se repartan por cuotas de partidos. Es comprensible que quienes detentan la
propiedad de esta institución recelen. Igual que los franquistas decían “para
eso hemos ganado la guerra” estos pueden pensar “para eso nos lo hemos currao”.
Pero al hacerlo contribuirían a la normalidad y
evitarían los pataleos de mal gusto del ministro Montoro y otros
inconvenientes. Además promovería la aparición de artistas de derecha, que debe
haber alguno y siempre es bueno ampliar la familia.
*No es claro que el negocio salga
redondo. ¿Vale la pena darse el gustazo de armarla un rato para enajenarse la
otra parte de la población aun más? No creo que se consiga que el público afín
aumente o vaya más al cine o que se motive más políticamente. Ya sé que lo
hacen porque creen que es su obligación pero a veces conviene reflexionar un
poco.
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