La retirada de Carma Chacón al cálido paraíso de Miami en el momento
crítico que vive Cataluña abunda en dos de las peores lacras del burocratismo
partitocrático: la ausencia de compromiso moral de los políticos con los
ciudadanos incluyendo sus seguidores y la insignificancia de estos mismos
políticos cuando, al quedar sin poder, pierden el favor del aparato. El
distanciamiento moral de parte de la población demócrata con el terrorismo y la
orfandad política a la que se ha visto reducida la población representada
tradicionalmente por el PSC por los devaneos nacionalistas y hasta
independentistas de este partido, son las peores vergüenzas de la democracia
española, vergüenzas cuyas consecuencias no se van a demorar. C. Chacón es con
todas sus ambigüedades la única
esperanza que gran parte de quienes en Cataluña quieren seguir formando parte
de España tienen. Pues a estos les resulta insufrible romper sus lazos sentimentales con el
PSC como forma de estar en Cataluña y España, mientras que C. Chacón por muy marginada que
esté en el PSC sigue siendo para muchos lo más acrisolado de esa identidad. Se le atribuye la categoría de ser una "política de raza", pero eso sólo significa ahora tener
ambición declarada de poder y voluntad de conquistarlo, pero no significa lo
que debería: responder a la confianza que se ha conseguido entre la población,
especialmente cuando los que otorgan esa confianza precisan que esta se haga
valer. Por desgracia parece que sólo los políticos nacionalistas están
capacitados para moverse entre la crisis, lo que no es casual ya que se han
profesionalizado en crearla. Los que debieran oponerse sólo están preparados
para disfrutar del poder en tiempos de bonanza, aunque para ello tengan que
negar la magnitud de la crisis, me refiero en este caso, claro está, a la
crisis política que puede conducir a la independencia de Cataluña. Es sabido
que esta política aspira al más alto designio del poder nacional y que puede argüir
que estando en desgracia tanto en el PSC como en el PSOE nada tiene que hacer
de momento. Lo triste es que en parte tiene razón. Como a la inmensa mayoría de sus compañeros no le queda más que hacer de pasmarote. Todos sabemos que el
valor y la responsabilidad personal de los políticos sólo es un juguete de la burocracia del partido. Se puede intentar la travesía del desierto como intentó Suarez en su
momento o ahora Rosa Diez con la mejor esperanza de ser una fuerza bisagra o de
reemplazar idílicamente a alguno de los
grandes partidos. Pero si se quiere comer la tajada o coger el mango de la sartén
no hay más remedio que esperar en silencio alguna oportunidad. Con esto la
política oficial siempre seguirá la ruta más cómoda aunque lleve al precipicio.
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