Las preguntas que como esta del
encabezado, hacen cuestión de las posibilidades extremas, corren el
riesgo de ser un recurso del pensamiento perezoso para evitar bregar
con la complejidad extremada de la situación en la que, en este
caso, estamos. Es cierto, pero también son necesarias en estos
términos, cuando las situaciones límites son posibles y no una mera fantasía.
La ruptura que no se hizo en el franquismo, muchos la ven posible en
la democracia, incluso a costa de la democracia Igual que en ciertos
pagos se habla de derechona habría que hablar de “rupturona”.
Hacia ello se encaminan las “ilusiones” triunfantes, ¿pero
también los pasos efectivos?
Los resultados confirman que estamos en
el preámbulo de las catalanas y generales. Se ha decidido en función
de ello y se han establecido las posiciones de partida para lo que se
anuncia el acontecimiento crucial de la democracia. No es por
alarmar, porque habría que ser ciego para no verlo. Pues salta a la
vista de estos comicios que:
-pasamos de un bipartidismo simétrico
a un frentismo asimétrico, o si se prefiere a un frente populismo o
frente izquierdismo, que se las ha de ver con un centro derecha al
borde de la desbandada y la parálisis.
-ha vencido estratégicamente el
podemismo, que se sitúa en el mejor escenario posible para su asalto
al gobierno y para el liderazgo/ canibalización de la izquierda, lo
cual es parte de lo mismo.
-el centrismo de Rivera amaga y no da,
así no ha alcanzado para remedio de lo anterior y se queda en tierra
de nadie.
La distribución de las fuerzas a
escala autonómica y municipal es un capítulo de las principales
batallas que ahora se abren:
-La batalla nacional por el gobierno.
Es evidente que aparece una alternativa definida de izquierda, muy en
alza, y una derecha indefinida y casi indefinible que no se atreve ni
a apostar por el centro, ni por sí misma. Muchos se toman a risa eso
de la revisión de la transición, pero la risa puede tornarse mueca
una vez que empieza a esfumarse la posibilidad de que haya políticas
de unidad o de consenso nacional, tal como soñaba por ejemplo
últimamente F. Gonzalez, mientras la mayoría social de la izquierda
se pone a soñar en metas no tan edificantes.
-La batalla de la izquierda. Sucede por
esos pagos lo mismo que sucedió en Cataluña: la radicalización del
discurso, en este caso contra el PP, en Cataluña contra España, ha
dado alas a los más radicales y los coloca al borde de la hegemonía.
Esto puede explicar el aparente subidón de última hora y lo que
parece insensibilidad ante las complicidades bolivarianas. Ahora al
PSOE no le queda más que permitir el paso de Podemos, con todo el
disimulo que se quiera. Mientras Podemos puede a partir de ahora
jugar la baza de la “moderación” “socialdemocrata” sin
dificultad y con la complicidad de los revolucionaristas/rupturistas
más recalcitrantes, a sabiendas de que eso puede convencer a los
“remilgosos” de la izquierda, ¿qué puede hacer el PSOE?
Enfrentarse a Podemos denunciando su bolivarianismo sería poco
coherente y tampoco creen mucho en eso. Reclamarse la “verdadera
izquierda”, por la cara, puede empezar a parecer la reedición del
destino de IU. Seguramente se agarran a que la inercia del discurso
anti-PP puede resultar suficiente para llegar por delante de Podemos,
forzando el apoyo de estos para el gobierno. Pueden creer que esto
conduciría de paso a la domesticación “socialdemócrata” de
estos, pero uno no se fiaría de la corrosión que puedan sufrir una
vez que el valor de la democracia y la Constitución vayan quedando
en entredicho.
-La batalla del centro y de la derecha.
Porque son dos en uno. Los estrategas del PP (Mariano/Soraya de un
lado, Aznar/FAES de otro) han hecho que el PP se comportara como un
naufrago que ahogándose cree que hundiendo a quien lo puede socorrer
se va a salvar. El único “triunfo” del que pueden alardear estos
“estrategas” es que conservan la hegemonía y hasta el patrimonio
de la derecha, sin centro que amenace. Han conseguido en suma,
aventando la posibilidad de pactos entre Cs y el PSOE, que el público
de derecha y centro derecha que huía del PP hacia Cs se quedase en
casa. De paso la insuficiente emergencia de Cs hace que el PSOE quede
a merced de Podemos sin freno a la concentración de las izquierdas.
¿Será así definitivamente? Ante el
auge de la izquierda el PP parece un castillo de naipes. Lo que es
peor no sabe si renovarse hacia el centro o reaznarizarse en un PP
esencial. Visto lo que da de sí Rajoy ¿de donde puede venir la
renovación? Visto el desastre de Esperanza Aguirre y los frutos de
la irrupción en la cacharrería de Aznar ¿de donde le puede venir
la “refundación”? También aquí primará continuar con el
principio de inercia. La única duda ¿se concentrarán en salvar su
patrimonio de la derecha y de extirpar para siempre la amenaza
centrista o se tomarán en serio Podemos y Cataluña? Es decir ¿están
dispuestos a proponer la unidad nacional y democrática frente al
bolivarianismo o al menos a trabajar por ello?
Ha quedado claro que no es lo mismo
invocar el centro que creer en él. El bipartidismo tiene su fuerza
ideológica en los instintos ibéricos subterráneos y no
proclamados: el frentismo y el cainismo. Desprenderse de ello es
demasiado crudo y admitir que alguien pueda pactar con los “otros”
de los “nuestros” se hace insoportable. La gente no necesita que
se les haga “propuestitas”y “programitas”, necesita que se
les diga claramente que la cultura del pacto ha de tomarse en serio.
-Por último la batalla de Cataluña:
dejando aparte el milagro de las monjas “peronoicas”, la
irrupción no menos milagrosa de esta especie del “neoanarquismo”.
Sin duda hay que conocer y comprender la historia de Cataluña del
pasado siglo, para comprender algo. ¿Está en manos la unidad de
España de los neoanarquistas? En su tiempo los auténticos
anarquistas sabían un poco más lo que querían, que ya es decir,
pero estos retoños...De Navarra mejor no hablar.
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