martes, 16 de febrero de 2016

LA APUESTA AUTODETERMINISTA DE PABLEMOS


Como organización totalitaria Podemos tiene un sólo recorrido. Ha de conquistar el poder o desaparecer. Mientras tenga la expectativa de alcanzar su meta, tiene la posibilidad de crecer y fortalecerse. Sino crece y aumenta su potencia, disminuyen las expectativas y corre el peligro de extinción.

Por eso hacer del referéndum catalán una condición necesaria para formar gobierno con el PSOE puede ser su primer error estratégico, un error tremendamente peligroso para su futuro.

Tenía sentido esta exigencia, en el caso de convocarse elecciones catalanas para sostener la causa de la Colau. Una vez que los independentistas han formado gobierno y se encaminan a la independencia, la Colau va a ser un diván secesionista mientras culmina el Procés. Mantener la condición del referéndum para que esta socia acumule crédito entre los nacionalistas y hacer depender de ello la posibilidad de tocar poder en España ya parece excesivo.

Veamos el riesgo. Pablemos al forzar de esta manera nuevas elecciones, pues por muy demente y de acuerdo que estuviera Sanchez no podría asumir la autodeterminación, situará, lo quiera o no, la independencia de Cataluña y otras regiones de España en el centro de la nueva campaña, cuando junto con el PP y el PSOE, por diferentes motivos en cada caso, había tratado de esconder este Miura. Y de ser así quedaría desplazados del estrellato la corrupción y la casta, filón de donde nutre Podemos la fuerza con las que justifica su ira y su odio a la libertad.

No es mucho suponer que este escenario favorecerá especialmente a C,s y al PP, de presentar este un liderazgo apañado, e incluso al PSOE de Sanchez o de Susana, aunque estos persistan en su ceguera de reforma (con)federal. En cualquier caso Sanchez podrá avalarse entre sus barones argumentando que ha resistido al aventurero podemita.

¿Cree Pablemos que tiene algo que ganar? La estrategia de jibarizar al PSOE en unas nuevas elecciones tiene sentido si el escenario ideológico fuera el mismo que las pasadas, pero esta apuesta lo puede cambiar. Incluso de conseguir algún avance ¿podría exigir luego al PSOE que lo apoyase en un gobierno dispuesto a romper la unidad nacional? Sólo si alcanza una victoria rotunda que deje al PSOE noqueado podría aspirar a la conquista del poder y a ejecutar este plan. Es de suponer que los españoles, por muy pasotas que estemos ante la existencia de nuestra nación empezarían a cabilar.

Como cabe atribuir a Pablemos olfato depredador , su oferta, de ir en serio, que no estoy seguro, sólo se explica de dos formas.

La primera, que visto que Sanchez está dispuesto a tragar con todo para evitar nuevas elecciones, le suelta este elefante para quitárselo de encima. La segunda que ha unido su futuro a las mareas y conglomerados separatistas de todo pelaje que le hacen la ola. Mareas que no estas para sutilezas y florituras tácticas, sino sólo eso de “aquí te pillo, aquí te mato”.

Tal vez preso de soberbia Pablemos crea que, ante la debilidad extrema de la fibra nacional española, esta apuesta añada leña al fuego de un hipotético proceso revolucionario, al igual que hizo su mentor Lenin al afrontar el tema de las nacionalidades del Imperio ruso. Como no es muy verosímil que Pablemos se haya hecho un separatista más, sólo se confirma una vez más que la cuestión nacional es algo meramente instrumental en su estrategia de poder, y que tanto le da una España unida que un mosaico de expañitas, siempre y cuando tenga algún territorio en el que poder ejecutar sus experimentos revolucionarios. 

Como no creo que, a pesar de lo dicho, Pablemos desperdicie la oportunidad tan jugosa que se le presenta, ahora y aquí, de ocupar el poder tomando a Sanchez de lacayo, sigo pensando que esta exigencia es un truco grosero para lograr el pleno de gobierno, es decir Interior , Justicia, Ejército y CNI. y Agitprop, que es la verdadera sustancia.
En todo caso, y si no fuera así, lo único positivo de esta historia, que igual hay que agradecer en su momento a Pablemos si fracasa, es que va a poner a la opinión pública ante la tesitura de tomarse en serio el problema de la unidad y la soberanía nacional. O así tendría que ser.

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