Pues al final Sanchez no ha dado con la fórmula de la cuadratura del
círculo. Parece como si la interferencia del Juicio a los golpistas
no haya podido ser gestionada en la forma debida, de modo que no
obstruyese la hoja de ruta de una Confederación con puerta a la
independencia.
Seguramente los dos socios darían a este pacto de
aborto de Constitución y de la soberanía nacional diferente
significado. Para Sanchez y el PSOE un nuevo estatuto
“asimétrico” calmaría al separatismo un tiempo, el preciso para
jibarizar a “las derechas” españolas. Los socios separatistas
nucleados ahora en torno a ERC podrían presentar el desenlace de la
autodeterminación ya casi como una formalidad inevitable.
Pero se ha calentado
demasiado al personal en la inmediatez de la independencia como para
que no haya terreno abonado para quienes están dispuestos a hacer
bandera contra la más mínima dilación y compromiso, con la
consiguiente saturación de la paciencia cívica de una mayoría de
españoles.
Todo indica que no
se ha conseguido establecer un plan basado en la confianza mutua que
permitiese conllevar el juicio y sus consecuencias. O lo que es lo
mismo que permitiese mantener la confianza de los respectivos cuerpos
electorales. Sin acuerdo era inevitable que Sanchez vendiera el
indulto a cambio de garantías de que ERC se conformaría con el
nuevo estatuto, mientras que estos reclamasen la garantía del
indulto para cualquier posible negociación formal y verdadera.
Ahora todo puede
pasar menos que en las filas sanchistas se haga caso omiso del Muso
Iceta y que en las filas golpistas se esté dispuesto a vender el
“derecho de autodeterminación” por un plato de lentejas. Porque
su “derrota” es a beneficio de inventario mientras cuente que
para la izquierda española el independentismo es de lo más democrático
fetén.
Por su parte el único problema de estas izquierdas es levantarse del tropezón y dar con la fórmula para volver a las andadas. Al fin y al cabo una vez resuelto el Proceso a los golpistas nada evita que estos puedan ser objeto de la más dialogante “empaticidad”.
Por su parte el único problema de estas izquierdas es levantarse del tropezón y dar con la fórmula para volver a las andadas. Al fin y al cabo una vez resuelto el Proceso a los golpistas nada evita que estos puedan ser objeto de la más dialogante “empaticidad”.
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