miércoles, 1 de noviembre de 2023

EL ENCANTO EUROPEO DE SANCHEZ

“Hacer de la necesidad virtud”, en jerga sanchista eso significa “hacer de la virtud necesidad”. En esa jerga en la que la inversión del significado lo soporta todo. Dicho esto “virtud” para su Sanchidad significa llevarnos por donde nos está llevando y además de la forma como lo hace. Por eso un gran error es atribuir a las circunstancias y no a los deseos y ambiciones la coyunda con el prófugo. Sus deseos y ambiciones son coincidentes en lo esencial. El Procés monclovita ha ido madurando tanto como lo ha hecho madurar su instigador con zarpa de hierro y mente de zorro.


Las circunstancias han propiciado una nueva fase, tal vez la decisiva. Hemos entrado en ese momento fetén para echar el Órdago. El momento más embriagador para quien la virtud es vivir en el vértigo y la deconstrucción. Del principio de la realidad al principio del placer. Ya nuestro Madurez puede darse a su placer más profundo, el que se deriva de poner al sistema en la diana. Mientras jugueteaba con la realidad, es decir con la incredulidad pública sobre sus propósitos, le sacaba punta a su señuelo favorito. Ese de que es un psicópata loco de poder. Nada disimula más su meta y política que los emplastos de la psiquiatría casera. Ciego de poder sí, pero de poder destituyente/constituyente según el patrón del radicalismo bolivariano. Este heredero y albacea sin tacha y sin escrúpulos de lo más perverso del socialismo hispano, no se ha creado de la nada, como tampoco su mentor ZP. Ahora ya pasa a presumir de lo que verdaderamente quiere. Seguramente se ha quitado un peso de encima, en lo que a psicología se refiere.


Al menos ya quien más quien menos admite que estamos en camino, se nos encamina, hacia una república bolivariana. Pero por desgracia la inercia de la creencia que la democracia es tan invulnerable como inmutable la órbita de la tierra alrededor del sol se resiste a esa evidencia, por mucho que Sz ya no se moleste en disimular. Es demasiado horroroso pensar que estamos dejados de la mano de Dios y en las manos del Diablo.


Dicho esto, para Sz. el flanco más peliagudo es la U.E. y USA. Lo ha cuidado esmeradamente con su visión de lince. Tanto que parte de la ventaja de la incredulidad sobre sus verdaderos propósitos. Así ha sucedido en España y es lógico que suceda en Europa. Pero con la diferencia de que para cualquier nación con mínimo asiento suena tan inverosímil que una nación se suicide y se desnacionalice, como que una comitiva de Extraterrestres llegue a la tierra para pasar con nosotros la Navidad. Si algo ha demostrado la política del s. XX es el gran poder de la incredulidad colectiva. Y Sz. ha demostrado ser un consumado maestro en el arte de aprovecharla.


El experimento de un sistema bolivariano en el corazón de Europa suena a algo antinatural, tanto que simplemente imaginarlo parece una extravagancia. Conforme al principio de incredulidad lo que procede es mirar para otro lado como se mira la cuestión de la emigración por ejemplo. Al fin y al cabo el mito de la España esencialmente disparatada entre sus rarezas lo “explica” todo.


Sólo corre peligro el velo de rasgarse si hay suficientes protestas institucionales y callejeras como para que tengan eco fuera de España. Si esto no lo para y logra encajar las piezas con sus socios, Sz podrá presentar su sistema bolivariano como una democracia ultraprogresista. El modelo mundial de la “nueva democracia”.


Porque a pesar de todo necesita que Europa mire hacia otro lado y a la larga le dé su placet, por minúsculo y condicional que sea. Está en juego la viabilidad moral y económica de su objetivo. ¿Tragaría la población española quedar fuera de Europa? No es baladí que la población española se sienta ante todo europea, incluso para muchos más europea que española. ¿Aceptaría la inmensa mayoría de la población que peligre su bienestar y prosperidad? Sin la ayuda financiera y sin consentimiento moral la aventura sanchista tendría que desembocar en una dictadura sin tapujos impuesta a todo trapo. Una dictadura vengadora de cárcel y exilios masivos. Parece demasiado riesgo, por mucho que lo pida el cuerpo.


Al menos como primera providencia lo más plausible es que Sz trate de insertar su felonía en la dinámica europea. Aun cuando la incredulidad comunitaria se torne en sospecha y mosqueo, véase asunto Hamás. Para lograrlo tal vez cuente con la carta del chantaje o de la zanahoria. Amenazando con que la quiebra de la economía española supondría un agujero negro de incalculables consecuencias para la U.E. Proponiéndose como interlocutor idóneo con los regímenes bolivarianos y neocomunistas, lo que podría verse como un servicio útil en las horas de tanta zozobra que padecemos los europeos.


Por supuesto todo depende de la deriva de la comunión socialcomunista separatista. Todo indica que el proyecto sanchista requiere de un “acuerdo de caballeros” con los separatistas, acuerdo consistente en que estos pospongan la proclamación de la independencia, con la protocolaria resurrección del Procés de por medio, hasta que Sz. logre y consolide una dictadura “progresista”. Sz. los necesita para ello tanto como estos a Sz para lo suyo. De lo contrario, de ponerse la directa hacia la independencia por anticipado, la tierra se tragaría al socialismo y el “progresismo”. Sz. tratará de convencer que la impaciencia es mala consejera, mientras los separatistas le dan vueltas a eso de que “ahora o nunca”. En este tira y afloja radica más de la mitad de la partida.


Pero esa es otra historia. A escala internacional se cierne la sombra de una nueva balcanización. Es un destino plausible según están las fuerzas desenganchadas. Si en Europa esto se tomara en serio habría dos posibilidades: la primera que se dé carta blanca a Sz para que modele España a su antojo, incluyendo la posible independencia de partes, con la esperanza de que de esta forma se frene la hemorragia, es decir haya un nuevo status sostenible ; la segunda ahogar las posibilidades de que Sz. nos balcanice a sabiendas de que esa sería la consecuencia inevitable de la aventura, poniendo su régimen en cuarentena.


Al fanático de la Moncloa le queda mucho encanto por exhibir en Europa y el mundo, llenar Europa de risas con motivo de los “locos” que hablan de dictaduras y otras bajezas. Por aquí el señuelo de la psicopatía todavía puede dar algo de sí, aunque ya se quede en coletilla de perplejos, mientras cueste sacudirse la incredulidad.


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