jueves, 16 de noviembre de 2023

LA AUTODETERMINACIÓN COMO VENGANZA

El derecho a la autodeterminación era una pieza clave del imaginario revolucionario de Pablo Iglesias. Como los programas comunistas antifranquistas copiaba el modelo soviético. Al igual que “la tierra” y “la paz”, atraían lo suficiente para conquistar el poder. Programa de transición lo denominaban los trostkistas. Una vez en el poder se liquidó a los burgueses nacionalistas y se convirtió dicho “derecho” en un lujo decorativo para gloria de la “democracia” soviética. El derrumbe del sistema revitalizó tal derecho, convertido en válvula de escape de las nomenclaturas dictatoriales, con las consecuencias conocidas.

Pero esto es otra historia. P. Iglesias se adaptó rápidamente a las veleidades separatistas nada más que vio la posibilidad de que que fueran la punta de lanza del “asalto al cielo”. Una vez que se abrazó con Sanchez se convirtió en el telonero de los independentistas dentro del gobierno, función que ha heredado la sra. Yolanda, con toda su ridiculez en contraste con el aire épico del ex inquilino de Galapagar.

¿Ha hecho suyo el Sanchez este modelo? Lo único evidente a estas alturas es que para nada Sanchez está atado a los independentistas. Es más lo que los une que lo que les separa, incluyendo la autodeterminación. El único problema es que si no está suficientemente preparada puede peligrar su supervivencia política y quizás su futuro penal.

 El sanchismo ha retomado el viejo mantra socialista (PSC) del federalismo asimétrico, para aderezar una Confederación integral sin disimulos. La “nación” catalana y la “nación” vasca de un lado y la española de otro. Y por supuesto con todas las que se quieran añadir. Pero con la particularidad de que esas naciones confederadas enviarán sus representantes al parlamento español para sostener al sanchismo, siendo intocables en sus fronteras. La masa sanchista podría admirar embelesada tanta convivencia. Las nueces son que en ese escenario la autodeterminación podría formar parte del sistema confederal o podría darse por supuesta en el hecho de que se acepta el sistema. Alternativa por la que parece suspirar el sanchismo, al menos de momento.

Dependería así el sanchismo de la “buena voluntad” de los independentistas, una vez que Sanchez no podría impedir que rompieran amarras dejándolo inerme ante el resto de España. Los sanchistas fantasean tanto de que nada de esto puede ocurrir, porque parte de su odio a la derecha, incluye el convencimiento de que los excesos nacionalistas son producto de la provocación de las derechas. De modo que el simple hecho de que gobiernen las izquierdas garantizaría la “integración” de los nacionalistas y su pacífica conformidad con la Confederación. Naturalmente plasmado con los retoques convenientes como el cambio de la forma de Estado…

Ahora bien hay signos de que su sanchidad puede ir más allá, según el odio patológico a la derecha que manifiesta ya descarnadamente. Disgregar España generalizando la autodeterminación sería sin duda el peor daño y castigo que sufriría la derecha y la mayoría de los españoles. Y Sanchez bien puede aprestarse a ello con sumo gusto le pase lo que le pase y pase lo que pase. Al fin y al cabo en buena parte de la izquierda se ha instalado la idea de que España es un país maldito que no merece existir. Y Sanchez ha aprendido mucho de Zapatero pero especialmente de Pablo Iglesias sobre este particular. En su delirio tendría el orgullo de pasar a la historia como el vengador que da su merecido a un país funesto.

Pero siempre quedaran las derechas para los vindicadores de la historia. Sólo hay que adaptar el diagnóstico de Marek Adelman «Cuando no haya más judíos en la tierra, seguirá habiendo antisemitismo». Aunque no quede un franquista siempre habrá antifranquismo.



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