J. Pujol se columpió cuando pronosticó que los "emigrantes", andaluces, murcianos y demás ralea española, con su raza "degenerada" a cuestas, iban a corromper el nacionalismo catalán y de paso Cataluña. Seguramente manifestaba un temor que tenía su razón de ser, según la cosmovisión racista nacionalista,al margen de su nauseabunda calumnia contra quienes iban a enriquecer Cataluña.
Pero si, para suerte de Pujol, pasó todo lo contrario, la hornada "emigrante" reforzó a la larga el poder nacionalista incluso hasta servirle de coartada, su misiva no podía imaginar lo que tenía de estigma de quienes buscaban en Cataluña una vida mejor, por las condiciones que precisamente había propiciado el franquismo con el beneplácito y beneficio de los mentores de Pujol. Gran parte de la historia de Cataluña desde entonces hasta nuestros días se explica por el intento de los "otros catalanes" de librarse del estigma en lugar de combatirlo.
Las razones de ello son sin duda complejas, culturales, históricas y políticas, y nunca debieran ser omitidas. El hecho es que la obsesión del ,denominado con escarnio, "Charnego" ha sido conseguir su integración moral en la Cataluña nacionalista. Digo moral y no tanto social, ni siquiera convivencial. La obsesión de ser tan catalán como el que más, a partir de que quien marca el nivel de la catalanidad es el "catalán de toda la vida", el nacionalista de pro, sea lo separatista que sea.
De esta profunda obsesión y de este equívoco funesto que otorgaba a los más cínicos la autoridad moral, surgió la fe inquebrantable del "otro catalán" en su futuro. Es la fe de que llegará la bendición moral, de comportarse correctamente y de hacerse valer colectivamente. En este sentido su representación política natural, el socialismo mutado en socialismo nacionalista entre vergonzante y sincero, no significaba tanto una alternativa política sino un cauce de inserción social moral. El cauce por el que la colectividad "intrusa" sería admitida en la catalanidad sin suspicacias.
Entiéndase, no se esperaba del PSC el ascenso personal típico del reformismo socialdemócrata, lo que haya de esto es anecdótico, sino colectivo. Esto en coherencia con la mentalidad del adepto socialista o de izquierdas en general, para quien su mejora y ascenso social sólo puede venir de la mejora colectiva y como parte de ella. Pero en este caso se trata, como se ha indicado, de una elevación moral e incluso cultural.
La coincidencia en los dos grandes granjas separatistas, del País Vasco y Cataluña de que la derecha y las clases tradicionalmente burguesas es nacionalista, descargaba en los "otros catalanes", en nuestro caso, la responsabilidad de la defensa de la españolidad de Cataluña. Precisamente de quienes tenían adscripción socialista u obrerista en general. Para que esta defensa quedase subordinada primero y postergada después a la liberación del estigma, no fue ajena la progresiva asunción de las élites "progresistas" hispanas y de las más políticamente comprometidas catalanas, en esto el caso del socialismo vasco fue hasta ZP diferente, de los dogmas nacionalistas y hasta separatistas sobre la naturaleza de España.
Mientras prendió paulatinamente la identificación de España con un Estado plurinacional, sin verdadera consistencia nacional dadas sus "negras" raíces históricas, la fe charnega se fortaleció con la ficción de que los burgueses separatistas sólo buscaban "la pela" y los privilegios. Es decir que braveaban de independentismo por oportunismo sin querer de verdad la independencia. Este diagnóstico tenía un efecto tranquilizador y no menos oportunista. Hasta los logros de la picaresca nacionalista en "Madrit" podían beneficiar a la corta o a la larga a todos los catalanes. Evidentemente la solidaridad de las clases trabajadoras del Estát quedaba en el limbo, pero de forma no menos inopinada el socialismo triunfante "estatal" ofreció una salida exculpatoria para quien todavía padeciera algo de mala conciencia proletaria "internacionalista".
El socialismo "estatal" ya desde Gonzalez estaba no menos obsesionado en librarse del estigma de centralista y sobre todo a España entera, por mucho que el sistema autonómico estaba admitido con normalidad general y funcionase razonablemente, sin entrar en detalles. Maragall y ZP se aventuraron en este punto a dar el salto mortal. De un sólo golpe Maragall trató de satisfacer su vocación nacionalista y la de llevar a los "otros catalane" al altar de la catalanidad. ZP la tomó por el lado del beneficio que reportaba al socialismo, para enviar cualquier alternativa a su derecha ad calendas graecas, el pacto estratégico inquebrantable con todos los nacionalismos posibles. El "charnego" podía de esta forma llegar a ver recompensar la fe en su catalanización, en connivencia con la sana comprensión de los pueblos del Estado.
Sólo cuando la independencia iba en serio vino una reacción espasmódica en favor de C,s, mitad realista y mitad escéptica. "Ahora quieren la independencia, ¿pero no los ha provocado el PP empeñado en echar abajo el Statut que zanjaba tantos malos entendidos?" venía a decirse.
El fatal derrumbe de C,s se debe en gran medida a sus desatinos en los que no hay que insistir. ¿Pero no es revelador de la fuerza de la corriente de fondo de incredulidad de las verdaderas intenciones de los separatistas? La relativamente importante subida de Illa recogiendo la orfandad de los súbitamente desamparados "tabernarios" ¿no revela lo poderosa que es la fe en los poderes balsámicos del socialismo para entenderse con los nacionalistas y compartir con estos el misterio de la catalanidad?
El misterio de la catalanidad se ha tornado el misterio de Illa. Por debajo de las triquiñuelas y bajezas que esperan a la formación de un nuevo gobierno, no se me ocurre otro que no esté presidido por Illa, o a la convocatoria de nuevas elecciones, bastante probable, anda el Miura del "acuerdo definitivo" que en idea de Su sanchidad y los separatistas debiera "zanjar la cuestión catalana" una vez el Trágala de la amnistía. Con Illa o con nuevas elecciones el Trágala definitivo no puede retardarse sine die.
¿Está condenado el "buen charnego" a hacer de convidado de piedra? ¿se puede ilusionar con que Sanchez por fin lo doctore en catalanidad? ¿tendrá por muestra definitiva de catalanidad alinearse con un "referéndum pactado" que, cualesquiera que fuera su resultado y su ámbito de pronunciamiento, significaría tener que pedir cita para solicitar la doble nacionalidad siempre que lo consienta la generosidad de la casta separatista?
Lo que de verdad importa ¿tienen claro si está en juego la supervivencia de España y si tienen algo que decir o si lo que está en juego es la admisión confortable en la catalanidad?
No mucha duda puede haber de que, demostrada la propensión socialista a podemizarse y ajustar cuentas con la historia, serán estos socios "estatales y republicanos" no sólo comprensivos, sino también cómplices, de la empresa anticonstitucional sanchista de acabar con la soberanía nacional.
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