Valga una anécdota. A la
vista de Piel de Iglesias se ha interpuesto entre la “Casta” y
“todos los ciudadanos” , es decir los ciudadanos fetén que son
los suyos, A. Rivera y su “Ciudadanos”, que para abundar en la
confusión tiene la osadía de denominarse de esa manera. Como no
cuadra que esos sean de la Casta, ni merecen ser como el nombre que
tienen, se plantea un problema de encuadre. Con imaginación y rigor,
como no podía ser de otra manera, la incógnita se ha despejado en
un santiamén: son de la derecha franquista y de la extrema derecha,
su “españolismo” no da para más y lo demuestra a la vista de
todos.
-¿Como así?, ¿no dice
PI que rechaza el separatismo? ¿no es por tanto españolista? ...
-Para nada, eso es
solidaridad, pero siempre que sea en boca de PI. Unos son de fiar y
otros no. Para lo sabido por todos, sobra explicación.
Ahora la categoría. Si
la política es en una parte imprescindible poder en la opinión
pública y sobre la opinión pública, este poder se significa por la
bula para etiquetar al prójimo y enarbolar en patrimonio las
banderas de todos, o de la inmensa mayoría, como si se tuviera la
patente. Los políticos poderosos son los que detentan el poder de
etiquetar impunemente por que su palabra va a misa, los parias pueden
decir lo que quieran, que por decirlo ya son sospechosos. Tienen
estos la falta de delicadeza de insultar cuando creen que critican o
proponen, pidiendo por ejemplo “justicia en lugar de venganza”.
En boca de los primeros se puede tildar de “franquista” a quien
defiende la Constitución porque “ya se sabe...”, pero ser
tildados de “vengadores” es una calumnia contra los fundamentos
de la civilización.
Siendo así
plenipotenciario in pectore, a don Pablo no le tiembla el pulso para
desencadenar un proceso constituyente de todos y sobre todo. Es decir
podremos decidir si todo el mundo va a tener un trabajo y piso, con
piscina o sin ella, si van a poder circular coches o bicicletas, si
semáforos o bocinas, si vamos a ir a la luna o nos la traemos, si
Monarquía o República, si Coca Cola o gaseosa, si pensiones o un
botijo para volver al pueblo, si pagar la deuda o multiplicarla, si
profesores o alumnos que aprendan sólos, si 17 autonomías o 532, si
quedarnos en España o irnos... tantas cosas para decidir y tan
fácil, que parece mentira que a nadie se le hubiera ocurrido antes,
tanto nos ha debido embotar la casta y el sistema... ¡Ah! y si
Navidad con turrón o ni Navidad ni turrón..Tanto habrá qué
decidir, oficio tan abrumador parece, que mejor que decida el que más
sabe y que decida lo que quiera, eso sí decidiendo todos de esa
manera.
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