¿Es casualidad que la
presentación de un programa económico de “perfil
socialdemócrata”, según su líder supremo, coincida con los
persistente guiños radicales de la dirección del PSOE?
Estamos ante un curioso
movimiento de atracción repulsión como el que hay entre un planeta
y un satélite que aspira a ser planeta. Parece como si el PSOE
pretendiera penetrar en el territorio de Podemos y este en el del
PSOE. Un escarceo dirigido aparentemente a minar la posición del
“adversario” (?) pero que confluye en un “interés común”.
Hay que reconocerle a
Podemos la gracia de hacer pasar un grosero “programa de
transición” no menos estrafalario por un honorable programa
“socialdemócrata”. De la misma forma que el PSOE está en la
Luna creyendo que podrá ser el planeta en torno al que gire Podemos
como un satélite.
“Posemos” ¿pero
quien en primer plano y quien de comparsa?
Se atribuye la
“adaptación” del programa económico de Podemos a la intención
de “no asustar” a sus presuntos votantes de las clases medias y
ganarse a los más reticentes. Pero eso sólo tiene sentido si
hubiera señales de que la intención de voto decrece y que una parte
notable de sus potenciales votantes le reclama una mayor claridad en
cuanto a programa de gobierno se refiere. Si se trata sólo de
asegurar el voto potencial que se le otorga por ahora, basta
presentar programas “apañaditos”, que no desentonen con la rabia
ni caigan en estridencias. ¿Pero se trata sólo de eso? Es cierto
que cuanto más aumentan sus expectativas, más queda expuesto a la
crítica mediática, tal como puso de manifiesto la entrevista con
Ana Pastor. Ahora bien, ¿están dispuestos a desencantarse
la mayoría o gran parte de sus potenciales votantes indagando en
incoherencias y delirios programáticos? ¿no buscan en Podemos otra
cosa, que, por cierto, nada tiene que ver con el cálculo de lo
posible y conveniente para el bien común?
Pero Podemos piensa en el
Poder en serio, es decir en mayúsculas. No quiere tocar poder ni
ocupar una posición en el entramado del “sistema” como otro más,
sino poseer el Poder. Sus líderes no son tan ilusos, todo lo
contrario, como para creer que lo han de lograr ganando por mayoría,
pero tienen a su alcance llegar al Gobierno de la mano del PSOE. Y
este, entre la espada y la pared de su discurso esquizofrénico, no
parece hacerle ascos. Su línea es “sacar a luz las
contradicciones” de los programas de Podemos, es decir influir
para suavizarlos. Dejar de lado en suma la denuncia de su vocación
totalitaria. Con el PSOE radicalizándose y Podemos “moderándose”
con propuestas “realistas”, todo da a entender, si nada los
“Susana”, que el PSOE aceptaría “compartir” el electorado de
izquierdas siempre que Podemos mordiera sólo lo preciso. Siempre
bajo el dogma intocable de que el “enemigo principal y común” es
el PP. Como no se trata de presentar un programa de gobierno
conjunto, a la manera de un Frente Popular, sino de “esperar a lo
que decidan las urnas”, cada uno puede irse preparando para la
“convergencia” a su manera.
¿Hasta donde exigirá
Podemos y cuanto estaría dispuesto a transigir el PSOE, tanto en
materia económica y social como en la reforma de la Constitución?
Depende de las posiciones que vayan ganando cada uno en vistas a ese
momento, en una partida que tiene la peculiaridad de que los
jugadores no pueden mostrar que están jugando. Máxime cuando la
convergencia para gobernar esconde finalidades potencialmente
incompatibles. Para el PSOE no se trata más que de gobernar dentro
de un régimen democrático y eso ya es casi todo si se puede hacer
de forma perdurable; para Podemos es un paso, el paso más lógico y
factible, para “conquistar” el Poder. Por eso está ya dando
forma a su “Programa de Transición” en buena ortodoxia
trotskista, que no otra cosa es el espíritu que anima estos
aggiornamientos.
¿Son conscientes los
líderes del PSOE de lo que esto significa? ¿tienen valor para
afrontarlo? Seguramente en sus cálculos está “domesticar a la
fiera” llegado el momento. Tal vez extremando los “guiños
radicales” espere adquirir una posición de hegemonía que lo
permita. Huir de la bestia en dirección a sus fauces, no parece sin
embargo lo más lógico. Cuanto menos conscientes sean sobre con
quien se las pueden gastar y menos sea su valor para hacerles frente,
más expuesto anda el PSOE a sufrir el “entrismo”, la otra
técnica de acoso y derribo que Trotski tuvo el honor de idear.
Mientras sigue la
película, el entretenimiento es debatir lo “realista” que puede
ser un programa elaborado con las fórmulas de IU y con “perfil
socialdemócrata”, en palabras de su líder supremo.
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