martes, 24 de marzo de 2015

¿LA RESURRECCIÓN DE UCD O ALGO PARECIDO?


A. Rivera, que hasta el momento prometía llegar a liderar un partido bisagra, se puede ver de una forma inopinada ante la responsabilidad y la oportunidad de liderar la recomposición del escenario político que rigió la transición, dejando aparte lo que pueda dar de sí el factor Podemos. En todo caso empieza a mostrarse como un eficaz antídoto contra este embrujamiento totalitario. Estamos ante la posibilidad de que A. Rivera reanude a la inversa el camino que hizo A. Suarez, quien fue de más a menos, mientras el líder de Podemos lo haría de menos a más. Sin la salvaguarda en este caso del aparato institucional, pero con el impulso de base y la pureza de origen democrático. Y además mientras que Suarez tenía que sacar provecho al estado de encanto con el que se accedió a la transición, Rivera ha de salvar el legado de la transición ante el desencanto que nos abruma. Tarea infinitamente más ardua.

Es pronto desde luego para saber si Cs puede ser la resurrección de UCD pero con otras formas y singularidades. De momento es claro que A. Rivera es el político que desde la transición más se asemeja a la figura de A. Suarez, tanto en la manera de entender el liderazgo como en las cualidades personales. Dicho sin pretender hacer la pelota, transmite sinceridad, humanidad y altura de miras, adornado de virtudes mediáticas tanto más excelsas si se comparan con la mediocridad que es moneda corriente. Pero estas cualidades se vacían, sino concurren circunstancias propicias. La novedad que abren las elecciones andaluzas es la constancia del peligro de resquebrajamiento del PP. Desde la derecha sustituyó a la dinamitada UCD, repartiéndose el espacio de centro con el PSOE según los vaivenes y caprichos que daba la vida política. Pero no ha sido un centro limpio sino teñido siempre por el estigma de la herencia del viejo régimen, denuncia que la izquierda ha magnificado , tergiversado y capitalizado hasta la extenuación contra los intereses generales más elementales de la nación. Ahora que la corrupción hace irrespirable la atmósfera en la que respira el PP, este partido está maniatado para sacar provecho de los brotes verdes, que ahora sí se vislumbran y de los méritos que se le pudieran atribuir por la recuperación económica y cierta templanza en el gobernar. Mariano Rajoy no puede ofrecer alternativa y menos cambiar de discurso, es demasiado Sí Mismo. Todo el partido ha de cargar con la cruz de la corrupción sin posible respuesta. La fuerza de la inercia y el temor al ascenso de la izquierda y sobre todo Podemos son la última trinchera. ¿Pero es suficiente? En este momento de agitación y confusión amenazan volver la espalda los avergonzados por la corrupción, los que quisieran un centro más puro, los que se desesperan por una alternativa verdaderamente liberal conservadora sin hipotecas ni “complejos”. La ilusión de Rajoy de ocupar el centro del centro, como si un Gallardón preministerial se tratara, lleno eso sí de discreción, pasa por la amargura de apurar el cáliz de Esperanza Aguirre y de tener que entregarle el destino del PP, si esta queda bien parada en la capital.
Si Rivera no existiera todo apuntaría a aguantar a toda costa. Pero muchos lo pueden ver no como un problema sino como la solución, la solución en la que cobre forma el mítico centro del que todos hablan y se sabe poco en qué consiste. La resurrección de UCD en la forma de Cs y con todas las particularidades que se quiera significaría a la vez la refundación de ….AP. No hay solución intermedia. A estas alturas el traje de bisagra resulta demasiado estrecho y todo clama por la recomposición radical del escenario político.

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