viernes, 17 de junio de 2016

VUELTA AL PRINCIPIO, PERO EN PEOR


Ahora ya entramos en que lo grotesco es verosímil. ¿De acuerdo con su doctrina permitiría Rajoy un gobierno podemita si Podemos fuera el ganador con más diputados? Como buen caballero tendría que cumplir su palabra y para que nos fiemos tendría que proclamarlo a los cuatro vientos ahora que todo puede pasar ¿o no?

Pero seamos positivos. Como parecía estamos en camino de volver al punto de partida, con el agravante de que Podemos atisba formar gobierno o empoderarse de la izquierda. Tan es así que alguien tan conspicuo como Maruenda hace de la necesidad virtud y pone su atención en “lo positivo” del “rejuvenecedor” fenómeno podemita. Pero se pongan como se pongan, igual que al principio, es decir al final de las primeras elecciones, no hay más solución que Mariano y Pedro se aparten para que haya alguna solución posible. ¿Cuantas elecciones son necesarias para que quienes lo tengan que entender lo entiendan?

Se está demostrando que puede más el miedo a que siga Mariano que el miedo a que venga el Coletas. Los estrategas del PP podían soñar lo contrario y que Mariano multiplicaría sus panes por el justificado miedo al podemita, pero en la sociedad se ha instalado tal odio a Rajoy que gana más aquel a quien se le tiene por más enemigo.

La proclama de Rivera de que “nada con Mariano” es una novedad, porque se ha vuelto a mojar como si el pacto con Sanchez pudiera resultar una alternativa viable. Su apuesta está en parte justificada porque, con justicia o sin ella, cuanto más siga Mariano, más engorda Podemos y la izquierda en general. Pero no se le debe ocultar la obviedad de que la salida de Rajoy sólo tendría sentido si le acompañara la salida de Sanchez, o viceversa. Aunque tal vez espere Rivera que de esta manera se atraerá votos del caladero socialista, sería tan pecatta minuta, que cuesta pensar que obre de esta manera por este propósito.

Parece más bien que Rivera ha elegido la tortuosa senda de liderar la derecha haciéndose fuerte primero en el centro izquierda, ejercicio tan atrevido y arriesgado como ganar Roma atravesando los Alpes, algo que en principio no está mal visto. Porque no es una extravagancia confiar en que el votante medio de derechas vea, a su debido tiempo, con buenos ojos un acuerdo con el PSOE. ¿No lo ofrece Rajoy a sabiendas de que con él no es posible y sin él veríamos? En las actuales condiciones nada sería mejor si así se salva España, y, lo que es lo mismo, si el PSOE se regenera y se torna un partido serio y leal, empezando por ofrecer la cabeza de Sanchez. “¿Tan largo me lo fiais?” Se encuentra así Rivera en la paradoja de que sólo puede prosperar en votos por su izquierda si sigue la sangría podemita en el PSOE, mientras que sólo puede tener futuro si el PSOE se regenera, es decir se despodemiza radicalmente.

Por su parte los estrategas del PP todavía pueden soñar con que un PSOE descuartizado se avendría a permitirle gobernar, pero cuanto más se enreden con Mariano menos son las posibilidades. Tal vez lo sepan y piensen que no puedan hacer otra cosa, pues todo ha llegado a tal punto que, de soltar lastre, su público escaparía despavorido. Los desesperados, Mariano y Pedro, se agarran al clavo ardiendo de que sólo hay que resistir hasta que el otro no pueda aguantar, mientras el monstruo sigue creciendo.


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