Dr. Sanchez se ha puesto “adrenalítico” tras las elecciones
andaluzas. Como el que se da una torta en el coche y se cree en los
días siguientes capaz de comerse el mundo. A la necesidad virtud. La
emergencia de Vox, la gran oportunidad para la gran cruzada de
erradicación de la derecha (que es extrema por definición en su
alucinación).
Torra
incendia la calle y lo desafía a aplicar el 155... a sabiendas de
que no lo va a hacer. El Dr. se la juega al acuerdo con las Esquerras
y los Rufianes ¿para que paren a Torra? ¿qué conejo lleva para el
día 21? Pero su capacidad de súplica es inagotable y todos lo
saben. Todo lo ha de fiar a que los Rufianes se tornen “un partido
de orden” a cambio de quedarse con toda Cataluña.
Algunos
creen que el Dr. se deja provocar para levantar la bandera electoral
del 155 en su momento y perpetuarse, impostando patriotismo. “Ni
harto de vino” como dice su mentor. Doc lo fía todo a un pacto
con los nacionalistas. No puede concebir que es imposible o que llega
tarde. Aunque el resquicio de darles todo sin independencia se va cerrando
aceleradamente. Los españoles se van dando cuenta. Se supone que
también los Barones.
El
envite de los presupuestos sería su certificado de patriotismo, el
martillo de Vox su certificado de demócrata, eso cree ya casi
alienado. Es maquiavélico y audaz pero necio y arrastra a la necedad
a sus consejeros, como es de ley. ¿A cuantos más? Lo que aguanten
los medios.
En
fin los que lo banalizan como un monstruo hambriento del poder,
aunque lo fuera, se resisten a reconocer que su proyecto
disgregacionista (formalmente de “confederación”) va en serio y
que además está convencido de que es lo correcto. Para eso quiere
el poder, no a la inversa. El peligro no es la frivolidad ni el
oportunismo, sino que va en serio.
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