sábado, 9 de noviembre de 2019

LA PODEMIZACIÓN IMPERFECTA


Falló el gobierno de Frente Popular por la desconfianza entre sus líderes y el recelo de Europa. Pero sobre todo por el desencuentro sobre la cuestión catalana.

¿Desencuentro?

Si algo hay que destacar de la campaña socialista es el carpetazo a los aspavientos españolistas y la retirada al fuego del hogar que guarda Iceta y aventa Esquerra y cía. ¿Hasta donde alcanza entonces el desencuentro entre socialistas y podemitas sobre la “solución” catalana?

Sz emergió a la cabeza de un proceso de podemización del socialismo al que sólo le falta aceptar el derecho de autodeterminación... pero tampoco opone su rechazo incondicional. La podemización del PSOE es pues imperfecta, pero de una imperfección indefinida. Puede acabar en cualquier cosa.

De hecho el programa público socialista para los separatistas es la indeterminación, eso de que “hablando se entiende la gente”. En este caso “el diálogo dentro de la ley” amenaza con ser una restauración sarcástica del “de la ley a la ley” de Don Torcuato. Bastaría algún retoque y algún despiste para que lo de “nacionalidades y regiones” signifique “nación de naciones”, o sea soberanía de soberanos.

¿Qué impide pues la podemización perfecta? La pregunta tiene morbo habida cuenta de que la relación del socialismo con los nacionalismos está cada vez más próxima al enamoramiento, sin duda que platónico, y no sólo a la asociación interesada. En esto se distingue de Podemos. Pablenin nunca se enamorará de los separatistas. Es demasiado narcisista para tanto amor. Los ve como a todos, una pieza útil para la revolución. Eso sí, la que más cuidado merece porque es la única “revolucionaria”, es decir capaz de forzar un “proceso constituyente”.

No viene al caso justificar este enamoramiento socialista sugerido. Lo relevante es que todavía el socialismo no se atreve a dar pasos decisivos para abrir las puertas de la independencia por temor a su propio electorado. Pero mientras duda más se enamora, más gozoso le resulta fiar su destino al bienestar separatista.

El centro de gravedad está en el electorado socialista, con toda su podemización a cuestas. ¿Estaría dispuesto a consentir un proceso que conduzca a la autodeterminación, aunque sólo fuera por abstención o indiferencia? ¿se alcanzaría un grado suficiente de consentimiento para resistir la reacción de “las derechas” y los constitucionalistas en general? ¿es suficiente el odio a “las derechas” para dejar que se propague el incendio de la casa de todos? Hay razones para creer que el público de izquierdas no tiene dudas porque ni siquiera cree que exista el problema.

Sz alivia su indeterminación soñando que un estatuto de preindependencia genere un nuevo status quo, pero depende de que Esquerra e Iceta no lo condicionen abiertamente a la autodeterminación cualquiera que sea la fórmula. ¿Por qué no la independencia, pactada y legalizada eso sí , si ya se tiene la seguridad de la preindependencia?

Tal es la verdadera clave poselectoral. Es claro que la reactivación de un gobierno de Frente Popular sólo es posible acordando el programa con los separatistas. Es por otra parte la única garantía de que Pablenin no sea el valedor gubernamental de la autodeterminación.

En último término se despeja, porque la realidad obliga, la entidad del laberinto separatista. Las posibilidades del separatismo están en proporción directa a la importancia que tenga la independencia para la izquierda social y para la Unión Europea. Como esto último depende de lo que importe al Estado español y esto lo determina lo que quiera la izquierda, estamos a la espera de que quienes tienen en su mano la sartén de lo que ha de ser España, si España o Expaña, se decidan. Porque aunque creen que no están por decidirse lo van a tener que hacer.

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