domingo, 11 de octubre de 2020

DE TIRANOS Y PSIQUIATRAS.

 

¿Son Robespierre, Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot, Maduro… psicópatas?, ¿son sus obras totalitarias una proyección de su mente enfermiza?, ¿es más bien que se vuelven psicópatas al ponerse al frente de movimientos totalitarios?, ¿o sería más correcto decir que estos movimientos sólo pueden estar liderados por psicópatas?


Creo que son cuestiones que ningún historiador puede contestar taxativamente, pero menos aun los psicólogos. Especialmente las corrientes psiquiátricas que nos han llevado a considerar la maldad una enfermedad y por tanto a excluirla de la responsabilidad moral. Es tranquilizador tener al malvado y al déspota sin escrúpulos capaz de poner a disposición de su poder los ingentes medios de la maquinaria estatal moderna por sólo un caso clínico. Sin duda que hay una zona de penumbra que se nos escapa en la confluencia entre la iniciativa personal de quien se dedica al poder y las inclinaciones colectivas. Pero de algo cabe fiarse: la obra de los políticos y sus élites expresan profundas tendencias colectivas a las que le dan forma con mayor o menor fortuna y clarividencia.


Será esto una perogrullada, pero creo que se comprende mejor el empeño y los pormenores de la política que está llevando a cabo nuestro Tiránico Dr. presidencial a partir de la peculiaridad de su suelo social. No es cuestión de entrar en detalles para concluir algo inequívoco. Tenemos a Sanchez de catalizador de las peores desviaciones antidemocráticas del socialismo y de la izquierda española en su conjunto. Desviaciones potenciales al finalizar la transición, pero que con el paso del tiempo han cuajado en verdaderas monstruosidades.


A las élites socialistas les resultó muy cómodo y ventajoso polarizar a la sociedad española en torno a la partida imaginaria “democracia versus franquismo”. Bajo esa pantalla se han evaporado decisivas cautelas antitotalitarias y han despertado impulsos totalitarios dormidos.


¿Es consciente la sociedad española de lo que significa el comunismo puro y duro para tener por demócratas a quienes patrocinan sin pudor que formemos parte de la familia liberticida caribeña?


Hay pulsiones muy profundas e hispanas que llevan a una buena parte de la sociedad a ver con indiferencia al comunismo en su profunda gravedad, mientras que predomina en la izquierda sociológico, progres por extensión una indisimulada simpatía sentimental. Cultura pobrista de raíz católica, resentimientos históricos, malestar moral endémico, supremacismos elitistas...todo cuenta y hay mucho más. Pero también esta proclividad anda atemperada con invencible recelo. El Estado del bienestar es algo palpable y ¿quien se quiere bajar del denostado “consumismo”, incluso ahora con el maleficio del Papa Francisco? Porque de lo que se trata es: ¿Viene a cuento prescindir de unos márgenes de confort suficientemente satisfactorios para la inmensa mayoría y que se quieren estables?. Confortado el cuerpo, o dado por confortado para siempre, la mente busca la tranquilidad del alma en el termino medio: “un poco de adrenalina podemita no viene mal para que el socialismo se mantenga despierto”.


Al Cesar lo que es del Cesar. Creo que Sanchez comprendió desde el principio la esencia del proyecto de Zapatero. Y mucho mejor que su impulsor. Si simpatizaba de antemano o lo hizo suyo al ver en ello su oportunidad “histórica” es irrelevante. Él sabrá, si lo sabe. La imagen de un oportunista al que le daba igual Derecha que Izquierda con tal de tener el poder, tranquilizaba a la mayoría de incautos, mientras se cuidaba de trasladar a los suyos garantías inequívocas de que “por fin” “vamos de veras”. Su determinación, audacia y falta de escrúpulos es el mejor aval ante los suyos. Contando claro con que la milagrosa emergencia de VOX, milagrosa para Sanchez, ha satisfecho sobradamente el imaginario “progresista” que sueña con vérselas con el “fachismo” cara a cara. PP y Cs ya eran imágenes y marcas desgastadas como monigotes “fachitas”.


Se dirá que tales delirios sólo atañen a los Hooligangs y muy cafeteros. “Santa simplicitas”. No habría hooligans y ultras sin una masa social que acude devota al Estadio y celebre sus pavonadas. Lo pavoroso es la profundidad de los vínculos míticos ya cuajados en quienes tienen la voz cantante en la plaza pública. El socialismo ha acabado cebando a su base social de mitos. Por esa orilla nadie le va a pedir cuentas. Es lo único que a Sanchez le importa. Se dirá que, encuestas a la vista, una mayoría de los electores socialistas no comparten los afanes anticonstitucionales de sus dirigentes. En realidad están por la Constitución pero no quieren creer que Sanchez y sus matones pretendan acabar con ella. La propaganda lo admite todo. Cuando la fe democrática no mueve ni a la vergüenza ni a la exigencia de responsabilidades ya es en su fundamento una fe de pacotilla.


Pero algo se nota a faltar. Los socialistas del Antiguo Testamento, los dirigentes socialistas de la transición y del esplendor felipista, socialdemócratas de bien en suma, andan desmoralizados, sin duda por decencia y dignidad, y además por ser un cero a la izquierda.. Manifiestan su distancia e incluso rechazo del rumbo del partido y su gobierno. Incluso con sonoras declaraciones. Pero no hay ningún análisis crítico, autocrítico, de cómo es posible la degeneración de la mentalidad socialista desde la convicción democrática a la adhesión incondicional a las prácticas aviesas que engalanan un proyecto liberticida. ¿Cual fue su responsabilidad dicho de paso? ¿están tan desbordados mentalmente para atreverse a preguntarse y aclararse? ¿hay que tener fe en el Partido pase lo que pase como si fuera la Iglesia? ¿aunque todo se hunda que por encima de todo quede el Partido?


Es cierto que tal reflexión tendría actualmente un efecto muy marginal, salvo quizás para que en las agrupaciones y Casas del Pueblo hagan algunas risas. Pero tal vez las generaciones futuras lo agradezcan. Hará falta, cuando los tiempos sean más propicios, mucha claridad para comprender como nos hemos metido en un pozo de aguas pantanosas mientras proliferan en las altas esferas gubernamentales y en lo más granado de las instituciones los gritos de triunfo. Pero sobre todo hará falta también mucha claridad para que lleguen esos tiempos propicios.

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