A propósito de este conocido aserto de J. Swifft “El que profiere
una mentira rara vez se da cuenta del pesado fardo que se impone; en
efecto , le hace falta, para sostener su mentira inventar otras
veinte”, F. Nietzsche (Humano demasiado humano, 54) achaca a tanta
complicación que “la mayoría de los seres humanos, en la vida
diaria, dicen la verdad”.
Se necesita una
granítica fe en sí mismo para especializarse en el arte de la
mentira. Sin duda que P&P la tienen y puede ser admirable su
capacidad para extender la fe a sus subordinados. Pero a diferencia
de la “vida diaria” en la “vida pública” no basta el talento
natural personal, bien acreditado en esta sociedad de compis
chavistas, para sostener esa fe con fundamento. En este campo la
verdadera fuente de la fe es la seguridad que ofrece el poder que
otorga el control del sistema, la complicidad de la maquinaria
política dominante y una suficiente complacencia social por la
indecencia, sostenida por sueños confusos y empeños cainitas
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