viernes, 12 de junio de 2020

LA PASIÓN CONSTITUYENTE


         En esta crisis es inevitable que se escapen a la vista del público las verdaderas intenciones y es lo propio que lo hagan quienes no alcanzan a ser conscientes de su significado. Es de lo más irónico que el “despiste” lo tenga el ministro “de Justicia”, el que ha de entender primero que nada de leyes. Debiera ser evidente que de un tiempo a esta parte estamos en un ambiente “constituyente” y que lo que reclama todo noviazgo de los actores es acabar en boda.

        Se dilucida en el fondo  si va a cuajar la fraternidad republicana. Ahora ya es tema de primera plana. Sucede como con el Procés. De forma inopinada y de un día para otro la independencia pasó de ser un tabú o una reclamación propia de los festejos callejeros de minorías “esclarecidas” y ensoberbecidas a merecer la preocupación de “lo que hay que hablar” y de la construcción del relato. Del súbito “esto no lo quiere ni piensa nadie” al “esto es lo que toca”.

         Aún así no está claro que los novios coincidan en la ejecución definitiva del ritual. Es claro que a corto plazo la viabilidad de la sociedad socialpodemita depende de la decisión de Pablenin ante la alternativa de incendiar la calle o de asumir los previsibles recortes y sacrificios que pueda imponer, lógicamente, Europa. Colonizar el aparato del Estado y podemizar hasta el tuétano el alma socialista es muy apetecible por muchas que sean las dudas de cuan ilimitado sea el margen para los efectos del cinismo mediático de cordero repartidor con el que acunar a los desesperados, a los ilusos y en general al rebaño.

          Pero a medio y largo plazo han de decidirse los socialistas y en especial PSz.

          Hasta ZP blasonaron tanto de ser los padrinos y verdaderos “constituyentes” de la democracia que la derecha quedó congelada bajo sospecha mientras se reservaba el canto a la vocación republicana para las celebraciones de familia y para los acompañamientos de alardes identitarios antisistema de todo tipo.

         Desde ZP la tarea de purgar a España de la derecha, “cordón sanitario”, requirió poner bajo sospecha la transición y relajar el fervor constitucionalista que ha quedado en exvoto de los recogidos en el Sanedrín socialista .

          El podemismo se ha otorgado el papel de fiscal Vychinsky para la ocasión, dedicado sobre todo a despejar los miedos socialistas.

          Dado que el socialismo ha conseguido una confortable posición de poder y la expectativa de un dominio social duradero limitándose a atizar el miedo atávico a la fantasiosa asociación de la derecha y al franquismo, (como un milagro les ha venido VOX dicho sea de paso) es lógico que le entren mareos al acercarse al altar republicano, por mucho que sea su amor. El torbellino en el que se ha metido y que ha ayudado a formar le arrastra hacia ello pero ¿merece la pena esta satisfacción con lo que puede perder de fracasar? ¿merece su pareja confianza incondicional? ¿tendría PSz asegurada la lealtad incondicional de su grey de lanzarse a tal proceso “constituyente”?

         Sería lógico que PSz, haciendo de tripas corazón, en nombre de la experiencia histórica del socialismo tratase de disuadir a su pareja de lo peligroso que puede resultar la consumación asi como de la conveniencia de esperar. ¿Que falta hace una boda sino es más que un rito? Ahora el status quo puede ampliarse hasta un acuerdo para administrar al país con raciones adecuadas de peronismo y chavismo y “confederacionalismo” según el caso con el único coste de lo que haya que ceder al trapichear con Europa.

        Pero ya la corriente emocional es torrencial y es dudoso que Pablenin se conforme. Para este el poder se nutre de símbolos y de rituales, propiamente de mitos fetichistas; son como cuchillos que cortan la historia en dos partes.

        Entre tanto se decide si el frente populismo se transforma ya en decidida fraternidad republicana tenemos que soportar el permanente estado de tribulación al que somete a la nación la crónica esquizofrenia socialista. La de quien vive en la amargura de no consumar su más cara pasión y en la dicha del status confortable que otorga la gestión de la amenaza que justificaría consumarla.

        Pretender gobernar como europeos y al tiempo amenazar constantemente con ajustar cuentas históricas es bien complicado. Hasta ahora este tira y afloja ha sido la principal palanca para asentarse en la cúspide de la nación, hasta convertirla en una pirámide unidireccional. Sea por estrategia o por soberbia se han puesto en situación de usar el gobierno para su ajuste de cuentas alucinatorio. “Hic Rodus hic salta”, susurra el alter ego podemita.

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