viernes, 17 de marzo de 2023

LA SALSA DEL CANDIDATO

 

Seguramente no entra en los cálculos de don Ramón y sus auspiciadores pero bien debe temer Sanchez que lo que le viene como una charlotada se torne en la fiesta de la Tercera Edad con Tamames de campeón y pregonero mayor. ¿Cómo manejar lo políticamente inverosímil e inclasificable?


La empresa de Sanchez y Cía está sobradamente doctorada en la más audaz picaresca política, pero no concibe más que el marco convencional y consuetudinario hispánico, y siempre con libreto ventajista y con apuntador de aburridas consignas y anatemas, pero acrisoladas en el rastro y las rebajas. Ahora bien, molestar a la Tercera Edad en la noble efigie del venerable Profesor, bien lo sabe, sería una metedura de pata fatal. Lo mismo que dejar que quienes tanto desvelos le cuestan desconfíen de tanta sanchidad si cala en ellos el mensaje sapiencial de que también la tercera edad tiene algo que decir para el futuro postrero y no sólo de la pensión de fin de mes.


Es de agradecer el empuje platónico de Don Ramón, aunque sea a costa, sin pretenderlo por supuesto, de integrarse en la frivolidad y banalización de la política que nos preside. Porque es seguro que se toma muy en serio y no está para ironías sobre los que alardean desde la esfera gubernamental que su frivolidad va a cambiar el mundo.


Habrá mucho público repartido entre los que se lo tomen todo como una frivolidad y un galanteo y los que vean una burla a la frivolidad gobernante, como en toda comedia y drama reversible. Lo cierto es que a Don Ramón le va a reconfortar por encima de todo poder ilustrarnos y apercibirnos sobre los males de la patria, como hacían los arbitristas de la decadencia quevedesca, con la única pega de que la banalidad ambiental del sistema sanchista, distrae la permanente espera en el sistema que viene, de cuyos rasgos no es preciso abundar en estos medios. 

Si Sanchez se puede sumir en el desconcierto si hay que atrapar al proteico Profesor y en su caso como hacerlo, no tendría que ser menos desconcertante cómo desenmascarar al que se hace pasar por galán prometeico. Porque por desgracia no es esta labor de orfebres ni de artesanos, ni bastan enseñanzas bien fundadas.


¿Pero, por encima de todo, cree el venerable Profesor que el gran embaucador merece ser desenmacarado y que tiene que serlo? ¿Cree que los males de la patria tienen remedio si no se le pone en su sitio? Es la verdadera incógnita a despejar de lo que depende que todo se quede en un mal entremés o en un servicio al bien común. ¿En qué quedaría su magisterio de no arrimarse en la faena?


En todo caso las bien trabadas advertencias sobre los males patrios han de ser bienvenidas y esperemos que sean tomadas en serio por una población a la que sólo le preocupa el Congreso si corre el rumor de que puede haber ridículo general o ridiculizados en particular. No merece Don Ramón estar en ese aprieto de tener que ser el de patricio acusador de la vergüenza en que estamos sumidos o quedar él mismo en ridículo.


Seguramente hay resortes sentimentales muy profundos que juegan a favor del beneplácito público por el candidato, además por supuesto de su valía, y todo acabará en un buen rato y tal vez hasta en una bien acogida llamada de atención... siempre que Sanchez no haga saltar su ego visceral y desoiga su ego maquiavélico, olvidando los galanteos. Por ejemplo si cae en mosquear a la tercera edad y a quienes la respetan por encima de todo.


No es lo mismo un partido de baloncesto que una exhibición de los Globers Trotters Como no hay a la vista competición de verdad puede compensar el gusto que depara el virtuosismo, en lo que seguro el bien dispuesto profesor se ha de desenvolver con honor. A la espera de que al indigno adversario, presa de la confusión, se le escape su deshonor y desvergüenza a la vista de todos. Sería lo mejor que pudiera pasar.


¿Qué resultados políticos puede tener una apuesta tan retorcida y a su vez “creativa” e inclasificable?

 Como el pueblo español (o, con perdón, “la gente” de por aquí) es tan imprevisible, cuando se pone, como este acontecimiento...pues vaya Vd. a saber. 

Lo primero por despejar es si tiene algún efecto político, sea cual sea este, o se queda en salsa que anima el desahogo de la Semana Santa. Pero contra los peores agoreros que pronostican un efímero instante de “de vino y rosas”, tiene más trazas de intemporalidad, al menos por lo que de renovación estética y de exposición de platonismo académico se refiere. Por estos pagos esto es más inverosímil que el recogimiento místico de la afición en un Barça Madrid, pongamos por caso.

Aunque, volviendo a lo serio, poco cabe esperar por lo que a resultados inmediatos se refiere. Se necesita tiempo para digerir plato tan posmoderno.

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