domingo, 26 de marzo de 2023

SOBRE LA INCURIA Y LA BARBARIE. Observaciones sobre artículos apropiados.

 

A propósito del enfoque de Françesc de Carreras en su último artículo (Payasos, tenores y jabalíes) sobre la degradación parlamentaria que ha evidenciado Don Ramón creo que las malas maneras, los odios personales por doquier, la caricatura del debate y del parlamentarismo, la ausencia de clase y de la mínima destreza comunicativa, la robotización sin más programa que la consigna , etc siendo graves en sí lo son más por lo que manifiestan. Porque salta a la vista que este envilecimiento hecho costumbre viene del encanallamiento programado de la vida social y de la sociedad española en general desde ZP.


Y de no poco desdeñable éxito social, aunque la población tienda a refugiarse en su inerte indiferencia. En su que “no nos coman el coco”, costumbre sabia pero sin más salida que la de seguir votando como siempre. Cada uno a los suyos de toda la vida. (La variedad de la oferta en cada bloque no cambia la esencia de la actitud y posiblemente el resultado, hasta que no se pueda más)


También me temo que cuesta atender a la gravedad del envite sanchista. La derecha en el sentido más amplio dio por ganado con la Transición las buenas formas, la lealtad institucional, la tolerancia cívica y política y las virtudes del parlamentarismo liberal. La efectiva reconciliación nacional en suma y su sanción constitucional.


El éxito práctico y las ganas de librarse de los fantasmas del pasado hizo creer en la eternidad del logro. Confiada en su tradicional asepsia ideológica (como si la democracia fuera un contrato de “gente que no quiere líos” que podría pensar Rajoy) los liberal conservadores se sienten indefensos mentalmente ante la irrupción paulatina y súbita(?) de los lastres revanchistas. Bajo el desconcierto ideológico impera en la derecha una especie de parálisis moral, siendo lo más chusco la angustia omnipresente por el “qué dirán”.


Sea por intuición, curtida experiencia o por mera vocación, la izquierda ha sabido poner el dedo en la llaga del “adversario” hasta hacerlo un enemigo detestable e ilegítimo aunque sea a costa de llevar al Estado democrático al borde del precipicio. A caballo eso sí del gusto por instintos recuperados, que la “nueva Europa” da, con sobrado optimismo, por periclitados.


Pero ha levantado una hegemonía cultural (como diría Gramsci) sobre la previa paralización moral <en el sentido lo que tratan los libros de autoestima> de su “enemigo”. Sin que esto se desentumezca y tenga un mínimo traslado a la sociedad, será imposible enfrentar los temibles retos que se avecinan desde dentro, fueran los que fueran los resultados electorales y las asechanzas mundiales.


Ejemplo clamoroso es la “hazaña” en la moción de censura de I. Ines Arrimadas. Se despacha con un “No” patético cuando en coherencia con su estupendo discurso sólo podía ser “Sí, que Sí” o una pudorosa abstención. La justa censura del Gran Garrulo a la papelera. ¿Acaso no vió lo que pasaba ante sus narices? ¿o no hay que molestarse si ya lo tenía todo decidido?


Es de temer que no se trate de un despiste intelectual de quien no está para perder el tiempo. Ni siquiera de oportunismo político, aunque lo tuviera por tal. Huele a sometimiento moral, no estrictamente ideológico. Es lo que da de sí tener comida la moral, dicho vulgarmente. La escapada a Madrid y el desmantelamiento de la oposición constitucionalista al nacionalismo vino de lo mismo lamentablemente. Resistir sin la convicción de que se puede ir para arriba ganando es misión imposible. Por que no basta creer que se tiene la razón sino que esta tiene futuro. Nos relamemos las heridas que ya parecen sin cura.


Dicho sin ironía, ¡Que gran parlamentaria, y en el fondo política, nos podemos perder! Una gran lástima porque estoy seguro que se puede aprender y animarse a la vista de los indicios de debilidad del maquiavelismo progre. No me refiero tanto a debilidad política, ni siquiera ideológica sino de entereza moral. Que a estos también se les puede empezar a comer la moral si se tiene algo claro.


Se me ocurre un brindis al sol propio de Carroza desnortado. ¡Qué gran tándem formarían lo mejor que nos queda! Me refiero obviamente a Cayetana, Rosa e Inés. Y si sumara de cualquier manera Isabel la de Madrid, sería el extasis. Podría ser inoportuno pero vayan a saber. Como la moción de Don Ramón. Dicho por decir y consciente de que da igual que lo diga que no lo diga. Pero también animan los sueños inútiles.


Felix de Azua (¿Qué será, será? 25/03/2023) es optimista por lo que al futuro de lo que denomina “el poder identitario” se refiere. Es decir los identitarismos que ya están para quedarse.


¡Ojalá! Pero el comunismo ha aprendido a metamorfosearse con todo lo que aprovecha como sólo él sabe hacerlo. Es la “novedad” planetaria de la última década. Que sus “élites” se pavoneen con los abstrusos cánones del bizantinismo estructuralista, tal como menciona el profesor F. De Carreras en el artículo anteriormente mencionado, ya no es lo mismo que el rigor de la fe supersticiosa en el “Socialismo científico”. Sin que quepa desdeñar los servicios prestados por esta “renovación filosófica”para el aprendizaje del arte de la metamorfosis cultural, que de la política siempre han estado sobradamente “empoderados” los comunistas.


Lo que importa es que el comunismo tradicional puede amalgamar a los identitarismos convenientemente metamorfoseado y que sobre todo es el polo de atracción mas poderoso, desde el punto de vista de la praxis política, para la izquierda posmoderna. Y por extensión, un reclamo de fácil consumo para la inmensidad de jóvenes desorientados y desanimados sin más seña que el tedio del malestar y el malestar del tedio.


La indiferencia política y en general cívica de los jóvenes y no tan jóvenes y demás es hoja de doble filo. El matrimonio de barbarie intelectual y de banalidad pueril propio de las variantes identitaristas se quedaría en algo patéticamente ridículo sino fuera por su fiera voluntad de poder y su fe en el éxito final. Como sucede a la variante de nuestro separatismo.


Por desgracia hay una sinergia de esta “moda” política con la nihilidad y la anomia cultural y moral sobre la que viven los jovenes formados en la idea de que todo lo bueno viene de la naturaleza o es natural y todo lo malo de la civilización, de la vieja política o de “los ricos”.Caldo de cultivo ideal de los egolátras que se han tomado en serio seguir para su provecho el cuento del Gran Hermano.


Sobre el desvarío de sus prejuicios ideológicos y (anti)culturales y su relación con el signo de los tiempos no es el caso tratar. ¡Ojalá tenga razón Felix de Azua en que es cizaña de temporada y que el destino de lo superficial es hacerse evidente y extinguirse como el desgraciado Orfeo! ¡Ojala que los que serían sus víctimas desechen la frivolidad con la que se envuelve la barbarie que los amenaza!



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