Por fin creo que el debate de fondo se
está centrando. Mi enhorabuena a Don Santiago.
Distinguiría dos cuestiones:
a)la responsabilidad de los socialistas
de la transición en la, digamos, “relativización” de la idea de
España o si se prefiere de la “españolidad” de los pueblos de
España. O de otra manera: la desconexión entre democracia,
civilidad y nación.
b)los motivos y razones de fondo de
rechazo del independentismo y del nacionalismo desleal en general.
Doy por supuesto que la propaganda y los mensajes han de depender de
ello.
El punto primero es importante pero en
el fondo está en función del segundo y vaya algo sobre el
particular. Tomo por referencia la idea de un remero bien ecuanime
“Yo también estoy convencido que es
necesario un relato emocional alternativo al nacionalista (y el
relato de la virtud ciudadana o el del humanismo que Benja propone me
parece el correcto), pero también creo que los intelectuales no
deben abjurar de su deber de formar la opinión.” (Navarth)
Creo que esta frase resume los dos
errores de fondo que privan en la oposición ideológica al
nacionalismo. En gran parte se critica a J. Leguina y al socialismo,
pero no por su planteamiento teórico que en el fondo se comparte.
El primer error es situar la
alternativa entre nacionalismo y civilidad. Se pretende evitar que la
alternativa sea entre nacionalismo catalán o nacionalismo español,
cargando la nota en las connotaciones negativas del termino
“nacionalismo”. Pero un independentista rechaza ese terreno de
juego y lo tiene facíl entre los suyos. Propone su “patria” como
ámbito de civilidad, o mejor como un ámbito de civilidad
incomparablemente superior, donde los derechos de todos los catalanes
estarían sobradamente y perfectamente garantizados. Así serían
ciudadanos con toda su plenitud.
El segundo error es creer que la
confrontación está entre emocionalidad y racionalidad. Es evidente
que los nacionalistas apelan a las emociones más elementales y
deshacen emocionalmente cualquier aparato crítico. Pero el problema
es la raíz ideológica de esas emociones, las denominadas “ideas
fuerza”. La crisis ha inflado el apoyo colectivo al secesionismo de
forma desmesurada, pero en razón de que se ha interpretado la crisis
esas desde unas ideas fuerza que habían conquistando el
subconsciente o imaginario colectivo. Esas “ideas fuerza” son muy
simples pero contundentes:
-Cataluña es una comunidad diferente
de la comunidad española.
-Los lazos que unen a Cataluña con la
comunidad española o “el Estado” o “Madrid”, son “sólo”
administrativo y de conveniencia. NO SOMOS HERMANOS DE LOS
ESPAÑOLES..
-Cataluña es el único objeto de
LEALTAD DEBIDA.
Estas ideas se han complementado con
otras:
-Que Cataluña es una nación integral
y España un Estado plurinacional y como mucho una nación de
naciones.
-Que con “España”, así separado,
cabe la generosidad voluntaria pero no la obligación de solidaridad.
-Que “España” es
consustancialmente centralista, egoísta y atrasada.
Todo esto es el
humus ideológico sobre el que fructifica el éxito de eslogans tan
estúpidos como “Espanya ens roba” o “sin España nos irá
bien”.
Tengo que ser necesariamente breve en
mi comentario.
Sobre lo primero, la libertad y la
democracia, así como los derechos civiles y personales tan caros al
liberalismo no son un platillo volante que vuele por el universo
depositándose aquí o allá. Son valores que rigen la convivencia de
un colectivo humano que normalmente se los apropia al construirse
como colectividad. Un error elemental al respecto: somos nación
porque lo dice la Constitución, cuando la verdad es que nos damos
Constitución para ser una buena nación: los ciudadanos sólo
podemos ser libres e iguales, o al menos tratarlo, si nos sentidos
comprometidos con una misma comunidad a su vez comprometida con la
libertad y la igualdad.
Por lo que a lo segundo respecta. No se
trata de hacer propaganda revistiendo las razones con sentimientos o
emociones. Se trata de propagar las ideas fuerza que generan
sentimientos y emociones porque dicen lo que es verdad o en gran
parte verdad. No se ha abandonado a los nacionalistas el monopolio
de la sentimentalidad sino el monopolio de la “verdad”. Sus ideas
fuerza han sido suficientemente convincentes. ¿Que ideas fuerza se
les ha opuesto y sigue oponiendo?:
-que la nación es lo mismo que el
sentimiento que se tenga y que esto es privado, mientras que lo que
importa es tener todos los mismos derechos
-que España puede ser lo que sea pero
lo que importa es la Constitución.
¿Por qué no se ha “luchado
ideológicamente” para defender verdades como:
-hay lazos de hermandad construidos
históricamente entre los catalanes y el resto de los españoles, y
lo que nos hace miembros de una misma colectividad son esos lazos de
hermandad
-nuestra relación no es de
conveniencia sino de solidaridad por compartir mucho.
-no puede un pueblo disfrutar de
libertad e igualdad si basa la cohesión que permite la civilidad en
el engaño o incluso el autoengaño
-España existe y no es para nada una
caverna de chulos y resentidos
-la lealtad debida en último extremo
corresponde a la nación de todos.
-la autonomía y prosperidad catalana
es parte necesaria del bien de España, no tiene sentido a pesar de
España y sino en colaboración con el resto de España.?
Este coctel un tanto improvisado es
parte de un argumentario del que la política española ha carecido,
o mejor abandonado, cuya ausencia no afecta sólo a Cataluña o a
otras comunidades. Envuelve a toda España hasta el punto de que, sin
alarmismo, corremos peligro de sufrir una serio proceso de
desnacionalización, es decir
de desligitimación de las razones que sustentan que estemos
comprometidos los unos con los otros en ser libres e iguales.
Por
supuesto este enfoque no puede convencer a todos los catalanes que se
sienten nacionalistas, pero sí que esencial para que se perpetúe el
tejido moral que une a los catalanes con el resto de los españoles,
es decir la disposición a ver las cosas de una u otra manera, a
tomar por ejemplo la crisis como la demostración de que “nada nos
une a España” o como el reto para “superarla juntos”. No ha
ganado ideológicamente el sentimentalismo nacionalista por su
sentimentalismo sino porque se ha abdicado de las ideas fuerza que
pueden mover un sentimiento alternativo
que está en conexión con la razón y la verdad. Aquí ha fallado la
confianza en la famosa máxima: “la verdad os hará libres”
Me he
extendido mucho, aunque apenas nada dentro de la inmensidad del tema,
pero espero contribuir un poco al debate, que bienvenido sea. Por mi
parte me despido hasta otro día que pueda, pero antes quisiera decir
algo aparte sobre la crisis del Ébola.
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