viernes, 10 de octubre de 2014

DEBATE NECESARIO

Comentario que he enviado al blog del Sr. Santiago Gonzalez (El mundo y notable promotor de Libres e Iguales), a propósito de los comentarios que ha dado lugar la presentación del libro de Joaquin Leguina sobre los diez mitos del nacionalismo catalán.



Por fin creo que el debate de fondo se está centrando. Mi enhorabuena a Don Santiago.
Distinguiría dos cuestiones:
a)la responsabilidad de los socialistas de la transición en la, digamos, “relativización” de la idea de España o si se prefiere de la “españolidad” de los pueblos de España. O de otra manera: la desconexión entre democracia, civilidad y nación.
b)los motivos y razones de fondo de rechazo del independentismo y del nacionalismo desleal en general. Doy por supuesto que la propaganda y los mensajes han de depender de ello.
El punto primero es importante pero en el fondo está en función del segundo y vaya algo sobre el particular. Tomo por referencia la idea de un remero bien ecuanime
“Yo también estoy convencido que es necesario un relato emocional alternativo al nacionalista (y el relato de la virtud ciudadana o el del humanismo que Benja propone me parece el correcto), pero también creo que los intelectuales no deben abjurar de su deber de formar la opinión.” (Navarth)

Creo que esta frase resume los dos errores de fondo que privan en la oposición ideológica al nacionalismo. En gran parte se critica a J. Leguina y al socialismo, pero no por su planteamiento teórico que en el fondo se comparte.
El primer error es situar la alternativa entre nacionalismo y civilidad. Se pretende evitar que la alternativa sea entre nacionalismo catalán o nacionalismo español, cargando la nota en las connotaciones negativas del termino “nacionalismo”. Pero un independentista rechaza ese terreno de juego y lo tiene facíl entre los suyos. Propone su “patria” como ámbito de civilidad, o mejor como un ámbito de civilidad incomparablemente superior, donde los derechos de todos los catalanes estarían sobradamente y perfectamente garantizados. Así serían ciudadanos con toda su plenitud.
El segundo error es creer que la confrontación está entre emocionalidad y racionalidad. Es evidente que los nacionalistas apelan a las emociones más elementales y deshacen emocionalmente cualquier aparato crítico. Pero el problema es la raíz ideológica de esas emociones, las denominadas “ideas fuerza”. La crisis ha inflado el apoyo colectivo al secesionismo de forma desmesurada, pero en razón de que se ha interpretado la crisis esas desde unas ideas fuerza que habían conquistando el subconsciente o imaginario colectivo. Esas “ideas fuerza” son muy simples pero contundentes:
-Cataluña es una comunidad diferente de la comunidad española.
-Los lazos que unen a Cataluña con la comunidad española o “el Estado” o “Madrid”, son “sólo” administrativo y de conveniencia. NO SOMOS HERMANOS DE LOS ESPAÑOLES..
-Cataluña es el único objeto de LEALTAD DEBIDA.
Estas ideas se han complementado con otras:
-Que Cataluña es una nación integral y España un Estado plurinacional y como mucho una nación de naciones.
-Que con “España”, así separado, cabe la generosidad voluntaria pero no la obligación de solidaridad.
-Que “España” es consustancialmente centralista, egoísta y atrasada.
Todo esto es el humus ideológico sobre el que fructifica el éxito de eslogans tan estúpidos como “Espanya ens roba” o “sin España nos irá bien”.

Tengo que ser necesariamente breve en mi comentario.
Sobre lo primero, la libertad y la democracia, así como los derechos civiles y personales tan caros al liberalismo no son un platillo volante que vuele por el universo depositándose aquí o allá. Son valores que rigen la convivencia de un colectivo humano que normalmente se los apropia al construirse como colectividad. Un error elemental al respecto: somos nación porque lo dice la Constitución, cuando la verdad es que nos damos Constitución para ser una buena nación: los ciudadanos sólo podemos ser libres e iguales, o al menos tratarlo, si nos sentidos comprometidos con una misma comunidad a su vez comprometida con la libertad y la igualdad.
Por lo que a lo segundo respecta. No se trata de hacer propaganda revistiendo las razones con sentimientos o emociones. Se trata de propagar las ideas fuerza que generan sentimientos y emociones porque dicen lo que es verdad o en gran parte verdad. No se ha abandonado a los nacionalistas el monopolio de la sentimentalidad sino el monopolio de la “verdad”. Sus ideas fuerza han sido suficientemente convincentes. ¿Que ideas fuerza se les ha opuesto y sigue oponiendo?:
-que la nación es lo mismo que el sentimiento que se tenga y que esto es privado, mientras que lo que importa es tener todos los mismos derechos
-que España puede ser lo que sea pero lo que importa es la Constitución.

¿Por qué no se ha “luchado ideológicamente” para defender verdades como:
-hay lazos de hermandad construidos históricamente entre los catalanes y el resto de los españoles, y lo que nos hace miembros de una misma colectividad son esos lazos de hermandad
-nuestra relación no es de conveniencia sino de solidaridad por compartir mucho.
-no puede un pueblo disfrutar de libertad e igualdad si basa la cohesión que permite la civilidad en el engaño o incluso el autoengaño
-España existe y no es para nada una caverna de chulos y resentidos
-la lealtad debida en último extremo corresponde a la nación de todos.
-la autonomía y prosperidad catalana es parte necesaria del bien de España, no tiene sentido a pesar de España y sino en colaboración con el resto de España.?

Este coctel un tanto improvisado es parte de un argumentario del que la política española ha carecido, o mejor abandonado, cuya ausencia no afecta sólo a Cataluña o a otras comunidades. Envuelve a toda España hasta el punto de que, sin alarmismo, corremos peligro de sufrir una serio proceso de desnacionalización, es decir de desligitimación de las razones que sustentan que estemos comprometidos los unos con los otros en ser libres e iguales.
Por supuesto este enfoque no puede convencer a todos los catalanes que se sienten nacionalistas, pero sí que esencial para que se perpetúe el tejido moral que une a los catalanes con el resto de los españoles, es decir la disposición a ver las cosas de una u otra manera, a tomar por ejemplo la crisis como la demostración de que “nada nos une a España” o como el reto para “superarla juntos”. No ha ganado ideológicamente el sentimentalismo nacionalista por su sentimentalismo sino porque se ha abdicado de las ideas fuerza que pueden mover un sentimiento alternativo que está en conexión con la razón y la verdad. Aquí ha fallado la confianza en la famosa máxima: “la verdad os hará libres”
Me he extendido mucho, aunque apenas nada dentro de la inmensidad del tema, pero espero contribuir un poco al debate, que bienvenido sea. Por mi parte me despido hasta otro día que pueda, pero antes quisiera decir algo aparte sobre la crisis del Ébola.

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