sábado, 25 de octubre de 2014

"EL GRAN CIUDADANO"


El “asalto al cielo” que pretende Pablo Iglesias parece que pasa por el asalto a las clases medias. ¿O estamos por el contrario ante un nuevo partido regenerador del sistema? Así lo ven ya muchos. Sirva un botón de muestra.

“El trabajo de Felipe González hasta 1982 consistió en aglutinar a esa mayoría social en torno a un proyecto común progresista. El trabajo de Pablo Iglesias, ahora, parece querer ir por el mismo camino. Desde que Podemos obtuvo su espectacular resultado en las elecciones europeas de mayo, es muy difícil encontrar unas declaraciones suyas —o de su equipo más próximo— que no pueda suscribir cualquier ciudadano de izquierdas, moderado o radical. Desde muchas trincheras se les sigue acusando de leninistas, bolivarianos y utópicos, pero su discurso es ya sólo reformista y regenerador, como se demuestra en el esbozo de programa electoral aprobado en su asamblea fundacional del pasado fin de semana.” (Luisgé Martin. Anselmo Buendía y Pablo Iglesias)

Nada menos que Pablo Iglesias un émulo de Felipe Gonzalez.

Tiempo antes de esta “Asamblea ciudadana” un vecino de clase media, relativamente acomodado, me mostró su entusiasmo con Podemos y como no lo compartiera y le plantease algunas objeciones y dudas, me soltó: ”¡pues algún chollo escondes!” Aunque sin que lleguen a dar una respuesta tan desabrida, conozco otros ciudadanos de parecido status, que no se pueden clasificar entre los “perros flautas” y “antisistemas”, proclives a Podemos. Por lo que dicen los estudios de opinión la pretensión de su líder de hacerse con un buen botín entre las clases medias no parece descabellada. Al fin y al cabo es el público del que se nutren tradicionalmente todos los partidos, incluyendo hasta ahora IU.
Es obvio que el nazismo capitalizó la desesperación de las clases medias, pero por muy mal que esté la situación de las clases medias en nuestro país, estamos a años a luz. Estoy seguro que gran parte de los simpatizantes de Podemos vive con relativo acomodo y considera su situación personal también segura y aceptable, así ocurre al menos con los que conozco. Pero ello no evita que tengan un profundo malestar y que repudien “el sistema”, al que quisieran condenar a ser enterrado bajo sal como hicieron los romanos con Cartago. Tampoco, como se podría presumir, aprecio que sientan miedo por su futuro inmediato y a que el sistema deje de prestarles el servicio que seguramente merecen: pensiones, salarios, seguridad social..etc. Es así característico que no ligan su ira y malestar con su situación personal, sino con la marcha de la sociedad y de las cosas públicas, mientras que dan por supuesto que su status seguirá en todo momento parecido. No es su situación personal la referencia para enjuiciar el estado de las cosas públicas, sino una sensación borrosa de la realidad externa la que mide el estado de la propia casa.
¿Por qué una alternativa como UpyD o Ciudadanos, en principio impoluta y crítica con la corrupción y los males del bipartidismo, les parece “blandita” y trufada de intereses “sospechosos”? ¿por qué por contra sólo ven en Podemos la cara luminosa y les parece irrelevante su cara oscura? ¿no debía resultar evidente esta a la luz del mentor bolivariano? ¿qué les lleva en suma al convencimiento de que no son tan fieros como lo pintan? Sería gracioso por cierto que esta parte de la clase media se inclinase hacia Podemos en nombre de los mismos presupuestos que alienta UpyD o Ciudadanos. Por eso tiene que haber algo más, con independencia del peso mediático que es otro asunto a tratar con detenimiento y aparte.
El radicalismo al que conduce la crisis y la corrupción , incluso con todo su eco mediático, sólo es posible si el terreno está abonado. Tal vez este sector de la población tenga un extremo sentido del a virtud pública que se ha visto defraudado, una solidaridad con los desfavorecidos que no admite más componendas, pero también puede haber mucho de rabia sumergida, de malestar “sistémico”, que se retroalimenta permanentemente de los males y debilidades del sistema. Me temo que la fuerza de Podemos no provenga de la adaptación a la sensatez que, cabe suponer, tienen las clases medias, sino a la capitalización de cuentas por saldar que atraviesa y enreda a gran parte de nuestra sociedad.
Seguramente esta rabia endémica, que brota cíclicamente como el Guadiana y que enreda transversalmente a la población, sea reveladora de desajustes y supuestos nocivos que trastocan el “imaginario” colectivo, la relación entre la imaginación y la realidad, y nos hacen cargar sobre la democracia las culpas y responsabilidades de los dirigentes y las élites gobernantes, pasando además de puntillas entre los magos y prestidigitadores, tal como sucede en las cortes de la derecha con “el pequeño Nicolás”.
Pero también cabe que esta distorsión de la imaginación sea pasajera o no lo sea todo. ¿Que sucedería si muchos de los que simpatizan contra ellos mismos repararán en lo que les puede reportar Podemos? Quienes más parecen tener en cuenta esa posibilidad son los líderes de Podemos, por eso están tratando de adaptarse, para complacer y no alarmar a este público tan escurridizo y volátil. En gran medida no es un asunto baladí preparar al PSOE para avenirse a gobernar juntos, horizonte bien verosímil. ¿Táctica leninista o regeneración democrática? No es casual que esta mirada complaciente de mucha gente de la clase media, la compartan intelectuales y comunicadores de toda condición, tan críticos y exigentes para otras cosas. Que uno sepa, el concepto que expresa el líder sobre la democracia es perfectamente homologable a ...las repúblicas caribeñas. Mientras que su requisitoria contra el “sistema” no se queda en la denuncia de “la casta”, sino que postula como solución la fiscalización que debería llevar a cabo “el Gran Ciudadano”, versión prosaica, tal como requieren los tiempos, de su pariente “el Gran hermano” Todo sea por ganarse la clase media, que es la que cuenta.

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